El reclamo con
respecto a que las desapariciones de Ayotzinapa y las muertes de más de treinta
mil inocentes no se repitan, debe de ser una de las primeras exigencias de la
educación en México y en los países que viven sometidos a la violencia y a su
círculo vicioso.
Así pues cualquier debate,
cualquier discusión sobre la educación y sus reformas resulta vacuo e
intrascendente en comparación con esto: que
el horror no se repita. Fue la
barbarie y brutalidad, contra la que lucha todo profesor y todo educador, la
que se manifestó con toda intensidad otra vez aquí. Y es la barbarie, el Érebo griego,
la que persistirá aquí mientras perduren las condiciones que la hicieron
madurar. Tristemente, aquí seguirá el horror que arrastra a las mujeres y
hombres de este siglo y de este país hacia el imbécil teatro de la historia.
Las víctimas no son las culpables
Los orígenes de este horror deben de buscarse en aquellos que lo
instrumentaron, no en las víctimas que estuvieron en el tiempo y lugar
incorrectos, no en aquellos que han sido denominados como “daños colaterales” y
cuyo aniquilamiento fue ocultado bajo las acusaciones más mezquinas. En este
sentido, debemos de re-descubrir los mecanismos y sistemas que volvieron a
algunos mexicanos capaces de tales atrocidades. Debemos al mismo tiempo evidenciar
esto ante ellos y ante el sistema que lo fomento. Sin embargo y por encima de
todo debemos tratar de impedir que
vuelva a ocurrir algo similar por medio del análisis y desmantelamiento de los
mecanismos que lo propiciaron.
No son los 43 muertos en Ayotzinapa, ni los 300 muertos en Allende Coahuila, ni los inmigrantes centroamericanos masacrados los culpables. Los únicos responsables son quienes en nombre del del dinero y del control gangsteril de un territorio, sin misericordia alguna, descargaron sobre los desaparecidos su odio y mezquindad. Esa insensibilidad es contra la que la educación debe de luchar; es indispensable disuadir a nuestras jóvenes generaciones de exterminar al otro, de ser ricos y poderosos a toda costa, debemos inculcarles la reflexión sobre ellos mismos, sus deseos y su entorno
La reflexión, el humanismo y la autodeterminación contra
el horror
Pero ¿cómo luchar frente a una
violencia enraizada y que se repite cómo círculo vicioso? ¿Cómo pelear desde la
educación, la cultura y el arte? La única vía que en este momento se me
ocurre y que puede contra restar la violencia y destrucción engendrada en Ayotzinapa,
en Ciudad Juárez, en Allende Coahuila y en otros tantos sitios es, según la
expresión kantiana, la fuerza de la
reflexión, la autodeterminación, el no
entrar en el juego de los que buscan poder y dinero.
Parafraseando ahora a J.Campbell, la respuesta se encuentra en aprender y en enseñar a sobrevivir a otros sin dejar de ser humano, sin dejar de ser feliz aún a pesar de vivir dentro de un sistema político y económico que se cae a pedazos.
Parafraseando ahora a J.Campbell, la respuesta se encuentra en aprender y en enseñar a sobrevivir a otros sin dejar de ser humano, sin dejar de ser feliz aún a pesar de vivir dentro de un sistema político y económico que se cae a pedazos.
Dialogando con gigantes. Paráfrasis
y libre re-escritura de algunos fragmento del texto “La educación después de
Auschwitz de Theodor W. Adorno. El texto original se puede consultar en http://www.ddooss.org/articulos/textos/Theodor_W_Adorno.htm